La extrusión comienza con cospeles de aluminio, que son forzados a través de una matriz para formar tubos huecos. Se controla meticulosamente el tamaño, grosor y diámetro del tubo para garantizar uniformidad y precisión.
Después de la extrusión, los tubos se cortan a la longitud deseada, correspondiente al tamaño final del producto y se realiza el roscado de la boca del tubo para permitir colocarle una tapa.
Durante el recocido, los tubos se calientan a una temperatura controlada para aliviar las tensiones internas y aumentar su ductilidad. Esto reduce la probabilidad de agrietamiento o rotura de los tubos de aluminio.
Se aplica una capa protectora interna de laca en los tubos para evitar reacciones entre el aluminio y el contenido.
El esmalte base se aplica en la superficie exterior de los tubos antes de la impresión final. Este revestimiento mejora la adherencia para la impresión, y proporciona protección adicional al aluminio, aumentando su resistencia a la corrosión.
En este paso, se imprime la marca, la información del producto y el diseño decorativo en la superficie exterior. Mediante técnicas avanzadas de impresión, se logran gráficos nítidos que atraen la atención de los consumidores en los estantes de las tiendas.
Después de la impresión, los tubos se someten a un proceso de curado para secar las tintas. Esto asegura que la información y los diseños impresos estén firmemente adheridos a la superficie del tubo, resistiendo manchas o decoloración.
Las tapas son esenciales en los tubos de aluminio, garantizando la posibilidad de cerrar el tubo y utilizar el contenido en un momento futuro. Contamos con varios modelos de tapa diseñados para adaptarse a diferentes tipos de productos.
Este procedimiento implica la aplicación de una fina capa de látex en el interior de la abertura del tubo. Este revestimiento tiene como función hacer un empaque para poder evitar la fuga de los productos al momento del sellado del tubo.